Dios me habló con una piedra.
Hno. Enrique Torres
JULIO 2020
Con la llegada de la pandemia a muchos nos llegó la bendición de tener más convivencia con nuestra familia, y por supuesto esto al mismo tiempo nos ha permitido descubrir más acerca de quienes somos como padres e hijos y darnos cuenta que no somos perfectos.
Hace apenas unos años en una casa de oración una de nuestras hermanas dijo “basta ya de apariencias, todos sabemos que la familia perfecta no existe”. Nuestra hermana nos decía esto con frustración después de haber estado en conflicto con su esposo por unos días y que estaba cansada de ver que en la iglesia todos aparentamos ser miel y azúcar, pero que afuera las cosas son otras. Hoy más que nunca vivimos en un mundo de apariencias, donde las redes sociales sirven para hacer creer a los demás que tenemos la familia perfecta.
Este año no tendremos nuestro tradicional día de la familia en un parque. Pero no importa, la pandemia nos ha permitido tener mucho más espacio para compartir con nuestras propias familias desde el mes de marzo y muy seguramente tendremos muchos más en los siguientes meses. Tendremos cada día una oportunidad de acercarnos más a nuestros hijos, de hablar más con nuestra pareja, de hacer más llamadas a nuestros familiares, y de aprender a reconocer desde la humildad que no somos perfectos.
Les comparto un consejo para estos días de pandemia con la familia: ser pacientes y ser amables (1 Corintios 13:4). Este consejo me lo mandó Dios por medio de una piedra que me encontré en la calle mientras caminaba con mi familia (ver fotos) y ruego a Dios lo pueda poner en práctica lo más posible porque sé que como padre no soy perfecto. Ruego a Dios también que ustedes puedan escuchar al mismo consejo y reflexionar en esto.
1 Corintios 13:4
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece
—- Cuesta 0$ ser bondadoso. —-